Se embriaga la noche con cada grito de la tormenta
que se lanza hacia los cielos encapotados
y a mi espíritu alivia de grandes dolores
como a los enfermos cuando la muerte se agudiza.

La noche agarra las calles vencidas
al igual que mi cuerpo cansado del día,
mientras en el balcón caen incesantes
las gotas arruinadas de la lluvia sombría.

Y aunque mi alma se regocija con el sonido
del caer del agua bajo mis cobijas
en verdad mi felicidad es ver tu rostro.

La lluvia allá afuera ruge y brama,
pero tu con tu sonrisa y tus dulces palabras
llena de bienestar mi corazón y mi alma.